sábado, 24 de julio de 2010

Capitulo 8

Nunca me ha gustado la idea de ser controlada por otra persona y nunca haría una excepción. Nunca iba a tener siquiera la sombra del pensamiento de que Summer o Peter me controlaran. Ahora debía lidiar con la loca idea de Ryan de que podía controlarme como a un auto “Anda por aquí, cuidado con esa calle, dobla a la derecha…” Sinceramente, estaba harta, así que, después de los dos sueños consecutivos, decidí pasar el día encerrada en mi pieza, comería algo en la tarde.
Tome el celular que estaba en la mesita de noche y lo investigue, por más que fuera un iPhone ultima generación, me parecía tétrico y sin sentido. Descubrí que solo había 56 contactos, los internos y números como el 911 de ese lugar ¿Por qué necesitaría un número de emergencia donde los rumores viajaban más rápido que los correos electrónicos? Lo deje en su lugar y me dirigí al baño, bufando como un animal.
No tarde ni cinco minutos en hacer todo lo que tenía que hacer para estar lista, para un día aburrido y sin nada que hacer. Esbocé una mueca frente al espejo, hace tanto que no me observaba en uno, evitarlos para evitar que me preguntaba porque Peter estaba conmigo se había vuelto una costumbre de todos los días, bueno, desde que llegue aquí. Limpie el vapor que se había acumulado en el espejo y suspire. Mi cabello estaba más largo de lo que lo recordaba y mis ojos más brillantes. Hace tanto tiempo que no me veía sonriendo verdaderamente, talvez esto de estar sola un día me haría mejor.
Mire mis ojos grises un rato. Si, estaban más grises. Era como si este lugar me devolviera la vida que había perdido estos años, como si separarme de aquí (si es que alguna vez estuve aquí antes) me la quitara lentamente. No es que estuviera segura de que había estado aquí antes, pero no lo podía descartar así como así. La simple razón era, suponiendo que ustedes ya la sabían, mi falta de memoria.
Si fuera una niña, y no digo que no tenga la mentalidad de una, me sentaría como una india en el suelo a jugar con mi imaginación, pero ni tenía animo para esa cosa tan simple… imaginar. <<¿Qué tal reflexionar?>> pensé mientras ordenaba mi cama. Reflexionar, si la buscas en el diccionario diría: “Considerar nueva o determinadamente algo” ¿Qué podría considerar nueva o determinadamente? Mis opciones no eran limitadas, pero reflexionar sobre ellas me llevaría semanas, además, no pensaba deprimirme más o volverme una gótica o emo. Entonces se me ocurrió sobre que reflexionaría. Comencé a pensar en un día en especial que nunca podría olvidar del colegio…

-Denle la bienvenida a Stephenie Wolper, será su compañera hasta el termino de la escuela- odiaba ese termino para referirse al colegio o al instituto- siéntate donde quieras cariño- me sonrió con dulzura.
Era una señora mayor de ojos verde pálido y cabello blanco. Su sonrisa me recordaba a los payasos de las películas de terror o a mi vecina.
Tome el asiento casi al fondo de la sala, nunca me acostumbraría a este lugar, y menos si acababa de despertar de un “coma” de un mes hace seis semanas. La chica a mi lado, rubia de ojos azules, nariz respingada y pómulos comenzando a marcarse, jugaba con su lápiz peludo en uno de los extremos. Me sonrió amablemente y modulo un hola. Le devolví el saludo con la mano y mire hacia delante. Me sobresalte al ver a un chico de ojos celestes, ¿Es aquí todo el mundo alrededor mió tenia ojos así?
-Hola, me llamo Ryan- dijo mientras mostraba sus aparatos dentales al sonreír.
-Hola- sonreí con timidez.
-¿De donde vienes?
-Pues…-lo pensé un par de minutos, para terminar encogiéndome de hombros- no lo se.
-¿Cómo que no lo sabes?- se acerco más, bueno, lo que su silla y mi banco le permitían.
Me volví a encoger de hombros.
-Espero que me lo cuentes- volvió a mostrar sus frenos.
La profesora hizo callar a todo el mundo para comenzar a repasar todo lo que era matemáticas, tuve que poner toda mi concentración en lo que llamaban aprender porque no sabia de que estaban hablando.
Esa misma tarde, Ryan insistió en acompañarme a casa. Debía admitir que era algo cargante, pero me gustaban las miradas de celos que me enviaban las chicas a la salida ¿Celos, cierto? Susan, mi tía, me había enseñado lo justo y necesario para sobrevivir. Primero me había tenido que enseñar el lenguaje, ya que, por una extraña razón, solo podía hablar español.
-¿Español?- me pregunto Ryan cuando termine de contarle sobre mi amnesia y mis vacaciones aprendiendo todo tipo de cosas.
-Pero no se lo que significa cada palabra, es como cuando aprendes una palabra y la repites una y otra vez sin saber su significado.
-Hey- dijo nervioso cuando llegamos a la puerta principal de mi casa- ¿Te gustaría ir a un día de campo este fin de semana?- se sonrojo.
Vacile un momento antes de asentir.
-Genial- dijo con entusiasmo- nos vemos.

Eso era casi todo lo que recordaba de mi primer día de colegio, pero había tantos recuerdos y los recordaba tan bien. Talvez hubiera olvidado, pero me esforzaría en apreciar el presente y pensar en mi futuro… no necesitaba un pasado para estar bien, feliz. De hecho, ya estaba comenzando a tener un pasado, poco a poco.
Me levante para ir al baño y así despejar mi mente para darme cuenta de que odiaba los fines de semana en este lugar. Prefería los que pasaba viendo TV con mis tíos o paseando con mis amigas o con Ryan. Una cosa estaba clara, no iba a poder hacer lo mismo de antes con Ryan, el no era la misma persona que antes y Peter era extremadamente celoso, así que no era una buena idea estar tanto tiempo a solas con Ryan. ¡Mi vida es una mierda rara y enredada!
Entonces otro recuerdo llego a mi mente como un rayo, no sabia de donde lo había sacado, pero estaba ahí. Se podría decir que estaba en este mismo lugar, de niña. Hablaba con un chico muy parecido a Peter, charlábamos alegremente mientras mi madre nos vigilaba… ¿Mi madre? Lagrimas rodaron por mis mejillas. Así que así era ella. También me di cuenta de que era verdad el que yo si había estado aquí, hace muchos años. Talvez el coma de un mes fuera una auto defensa contra un recuerdo ¿Pero cual? Me seque las lagrimas, mi encierro hasta la noche no se iba a poder cumplir.
Abrí la puerta mientras pensaba como le iba a decir a Peter todo lo que sabía y como le iba a pedir que me contara absolutamente todo lo que él sabía, era más o menos un intercambio de información. No exagero al decir que nunca había corrido tanto y tan rápido, pero me urgía ver a Peter y contarle mi gran descubrimiento.
No dejaba de preguntarme si es que esa era la razón por la cual nuestra relación iba tan rápida, quizás hubiera sentimientos mas antiguos reposando en mi subconsciente y en sus recuerdos. <<.Me alegro.>> pensé mientras atravesaba la gran puerta de metal.
Cada vez que pensaba en nuestros momentos juntos me parecían pocos pero grandes. También, cuando hacia eso, sentía que me faltaban, como cuando dices una frase y la palabra que te falta la tienes en “la punta de la lengua”
Debo admitir que la primera vez que toque sus labios, me parecieron familiares, pero no lo mencione antes porque sonaba estupido. Ahora era muy posible, amantes antiguos obligados a separarse y a reencontrarse. Me gustaba como sonaba eso, cursi pero dulce, un amor infantil pero apasionado.
Tenía un nuevo sueño, recordar mis momentos olvidados con Peter.
Mientras seguía por mi camino, recordé también el día en que había ordenado mis pensamientos, el día en que había admitido interiormente que amaba a Ryan.
Me detuve.
¿Amar a Ryan? Estaba más loca y confundida que nunca. Volví a repasar mi primer día de clases, donde aquel chico con frenos se había interesado perturbadoramente por mí. A la primera persona que le había hablado sobre mi amnesia (exceptuando a mis tíos y médicos), mi primer amigo.
No, lo que sentía por ese chico no podía ser amor. Cuando había pensado en eso estaba confundida y aterrada por su desaparición. Nunca lo había besado, ni siquiera lo había mirado como algo más que mi amigo, mi mejor amigo.
Volví a lo de poner un pie delante del otro con rapidez hasta que abrí una gran puerta de madera con un cartel que decía “Biblioteca” en grande. Entre sin prestar mucha atención al cartel que colgaba a medias en la parte inferior del otro, no es que Peter valla a hacerle caso a un cartel que dice “Cerrado”. Entre sin hacer ruido, una sorpresa sería mejor.
Seguramente se preguntaran como sabía que Peter estaba aquí. La respuesta es simple, se lo pregunte a Richard. No sabe guardar secretos. Lo único que no le entendí fue que me dijo que no me convenía venir a verlo, ni me importaba entenderle.
Inspire profundamente un par de veces, estaba muy nerviosa. ¿Cómo reaccionaria? ¿Me aclararía TODAS mis dudas?, pero lo más importante… ¿Sabrá decirme si mi madre está viva o muerta?, y si es así ¿Dónde estaría?
La biblioteca era un verdadero laberinto intelectual, lleno de libros, cuadros y más. Me producía escalofríos uno en particular, una familia sonriendo. No perderé el tiempo describiéndolo, pero la niña se parecía a mí. Estaba en brazos de su madre riendo porque el padre le hacía cosquillas. Sentí nostalgia surgir de mi interior y por poco olvido porque estaba aquí. Me di media vuelta pero choque contra algo duro y alto. Caí al suelo sin remedio. A los pocos segundos, me ayudo a levantarme y por fin vi como era. Su cabello era rubio y sus ojos celestes. Le faltaba afeitarse y hacerse un corte de pelo, pero continuaba conservando su encanto. Debía tener unos 29, no le daba más. Llevaba una bata blanca de científico y una sonrisa seductora, bueno, para mi era seductora.
-Pensé que el cartel cerrado era para todo el mundo- dijo mientras me soltaba la mano- No deberías estar aquí, Stephenie.
-¿Sabes mi nombre? ¿Sabes quien soy?- pregunte algo histérica.
-Pues si, te conozco desde hace lo que se podría llamar mucho tiempo- guau, eso si eran muchas palabras y bastantes confusas- No esperaba que estuvieras aquí tan pronto.
-¿A que te refieres?- ahora si estaba olvidándome de mi razón de estar aquí.
-Te lo explicare- dijo mientras me ofrecía una silla después de sentarse en una contigua- Pero primero explica a que te refieres tú con esas preguntas.
-No tengo porque decírselo a un completo extraño para mí.
-O vamos Stephenie, si me conoces- se acomodo y se cruzó de brazos- como dije antes, de hace mucho tiempo.
-¿Quién eres y que quieres de mí?
-Lo dices como si te estuviera atacando, como esas películas de terror que adorabas ver- me sonrió.
-¿Películas de terror?
Era casi imposible que este tipo conociera cuales eran mis gustos, ni Peter los sabía. No era una chica muy expresiva que digamos.
-De zombis en particular- agito la cabeza en signo de desaprobación- siempre tenías pesadillas pero aun así las veías.
-Bien, pero aún no me respondes mi pregunta ¿Quién eres?
-Edmund, así me llaman- otra vez me sonrió, como si todo esto le causara gracia- ¿Realmente no me reconoces?
Algo en mi interior me decía que si, que lo conocía desde hace mucho pero mucho tiempo, pero acalle esa voz interiormente mientras me levantaba de la silla.
-No, ya te lo he dicho con mi pregunta- refunfuñe.
-Edmund Wolper, Stephenie- se levantó- Soy tu hermano.
Como cada vez que me daban una noticia así, me quede congelada en mi lugar. Nunca me habían dicho que tenía un hermano, menos uno así de grande y guapo. Esta vez fui yo quien sacudió la cabeza en forma de desaprobación, era imposible que fuera mi hermano.
-Eso es imposible- dije repitiendo mis pensamientos en voz alta- Mis tíos nunca me dijeron nada sobre ti.
-Ni sobre mamá- eso me había dejado sin palabras por lo que continuo- ¿Qué te dijeron? Adivinare, están muertos por un accidente con su coche- rió- No es difícil adivinar eso.
-¿Cómo sabes tú todo eso? Explícame todo- exigí.
-Me encantaría hacerlo, pero esas preguntas te las responderá nuestra madre en persona- me guió hasta el cuadro que había observado hace unos minutos- Te vi viéndolo hace un rato, ¿sabes quiénes son?
-¿Con sinceridad?, no-admití.
-Eres tú con nuestros padres.
Volví a observar con detenimiento el cuadro y termine encontrando que si era posible, un gran porciento de posibilidad que esa fuera mi verdadera “familia”.
-¿Dónde estás tú?
-Yo saque la fotografía- dijo mientras apoyaba su brazo en mis hombros fraternalmente.
-Me parece que es una pintura- dije mientras rodeaba su cintura como si lo hubiera hecho una y otra vez toda mi vida-, no una fotografía.
-Es que hicieron esta pintura con la foto como modelo, cambiaron cosas como tu sonrisa, de pequeña no sonreías mucho.
-Gracias por decirme que era una amargada.
-Perdóname- dijo mientras me hacía cosquillas.
-Basta- dije mientras reía a carcajadas, cuando se detuvo pude continuar- Es hora de que me digas lo que puedes decirme.
-Ya te he dicho que ella te responderá- mientras me despeinaba con afecto, no pude dejar de pensar que sentía que esto ya lo había vivido antes- Ahora, sé que estabas buscando a alguien cuando te encontré.
-Cierto, nos vemos luego.
Luego de haberlo besado en la mejilla, corrí como lo había eco antes para encontrar a Peter, pero algo me decía que me quedara aquí con Edmund, que algo malo sucedería si es que iba en la búsqueda de Peter.Al doblar por un grupo de estanterías juraría que oí a Edmund hablando con alguien, pero seguramente solo era mi imaginación que me engañaba una vez más. Lo había dejado solo junto al cuadro ¿no?