domingo, 29 de agosto de 2010

Conociendo al enemigo

-¿Me podrías explicar lo del bosque?
-O vamos, era eso o dejarlo a la imaginación de él.
-¿Qué quieres Darren?
-Nada, aún.
-¿Debería tener miedo?- dio un paso hacia él.
Darren era más alto que Ángela, por aproximadamente una cabeza. Él avanzo el paso que los separaba y Ángela tuvo que mirar hacia arriba. Recordó que aún no se había sacado el abrigo pero ella no podía sonrojar, estaba muerta después de todo. Darren tomó el rostro de Ángela entre sus manos y la miro fijamente a los ojos.
-Eso espero, por tú bien.
-¿Ahora te preocupas por mí?
-Si así lo quieres mirar, si.
-Entonces ¿gracias?

Matt había llegado a su casa unos minutos después de haber dejado a Ángela en su casa. Se sentía mucho mejor, el aire fresco siempre le había ayudado a aclarar su mente. Debía admitir que, desde el primer momento, le había atraído Ángela. Le había interesado mucho su manera de actuar y su ternura natural.
Camino por la sala en dirección a la cocina.
Vivía en un campo al borde de un risco. Sus padres se habían mudado hace años y su hermana había muerto hace 2 meses. El segundo piso consistía en dos habitaciones y dos baños. El primer piso era una habitación, una cocina y comedor, una sala y dos baños. Cuando solo había quedado Matt en esa casa, él había decidido mudarse a la habitación del primer piso, donde habían dormido sus padres.
Tomó los platos sucios y los comenzó a lavar. Cuando terminó abrió la nevera y revisó que faltaba, tendría que ir al supermercado si quería tener algo para comer. Suspiró. Lo haría cuando llevara a Ángela a conocer el pueblo.
Miro la hora. Fue hasta su habitación y se preparo para dormir, necesitaría la energía para las muchas preguntas que pensó que haría Ángela.

-Supongo que ten tengo que dejar pasar.
Darren miro al cielo y pensó que pronto se haría de noche, se tendría que ir pronto.
-Exacto, suponiendo que aún eres un ángel educado.
Ángela entro dejando el ventanal abierto para que Darren pudiera entrar. Ella se setó en el sofá seguido del demonio.
-¿Cuántos años tenias cuando moriste?
-21- dijo con melancolía.
-¿Te importa si te hago una pregunta?
-No- lo miró a los ojos.
-¿Cómo moriste?
Ángela suspiró. Se levantó y camino hasta el ventanal. Podía apreciar como una pareja joven paseaba por la acera. Pensó que la hora estaría cerca de la puesta del sol. Comenzó a recordar con melancolía como había sido su muerte. Sacudió con fuerza la cabeza, quitándose esos recuerdos.
-Realmente no es algo de lo que quiera hablar, menos con un extraño.
-Lo siento.
-No, realmente no lo sientes.
-Tienes razón- se levantó sonriendo y camino hasta quedar justo detrás de Ángela, a tan solo unos centímetros- nunca lo he hecho.
-Y tú ¿Cuántos años tenias cuando moriste?- se dio media vuelta y vio el resplandor del atardecer filtrándose por las nubes en los ojos de Darren.
-27.
-27…- se dijo a si misma.
-Exacto- susurró en su oído.
-¿Te importaría mantener distancia? Realmente me pones nerviosa.
-¿Enserio?- pegó su cuerpo al de ella.
-¡Darren!- lo empujo con suavidad- Eres un idiota.
Volvió a mirar su reloj, ya era hora de irse.
-Me debo ir, pero…- se acercó y la beso, fue un beso que podríamos decir que duro un buen rato- nos volveremos a ver.
Ángela se había quedado congelada en su sitio ¿Qué había sido eso? Había sido contra su voluntad, eso lo tenía claro. Cerró los puños con fuerza y emitió un bufido. Primer día de su estadía en la tierra y ya había sido besada por un demonio bastante molesto.
Cerró el ventanal y se sentó en el sofá para encender la televisión, debía tranquilizarse para pensar con claridad.

Darren corría a toda la velocidad que le permitían sus pies, tendría una reunión en unos minutos, cuando la oscuridad fuera absoluta. No le había agradado la idea cuando le habían avisado y menos ahora que el momento se acercaba.
Avanzó entre los pinos hasta llegar al claro, cerca de donde él y Ángela se habían conocido. Inspiro profundamente y dejo que su olor lo embriagara otra vez, recordando que ahora ella era suya de alguna forma retorcida y casi animal. Entró en el claro decidido a terminar con está indeseada reunión lo antes posible.
-Darren, me alegra que hayas decidido venir.
-No tenía otra opción.
Darren vio como, desde la sombra de los pinos, se acercaba una figura encapuchada. Su capa era negra y no dejaba ver el rostro, pero él sabia a la perfección quien era. Suspiró y avanzó hasta estar a medio metro de la figura.
-¿Cuál es ese olor tan extraño?
-No se a que te refieres- mintió.
Se apartó unos centímetros, no podía dejar que lo descubrieran empapado por el olor de Ángela.
-Espero por tu bien que no estés rompiendo las reglas.
-No he roto ninguna- dijo molesto- Me gustaría que confiaras más en mí, Eric.
-Y a mí me gustaría que me llamaras padre de vez en cuando- se quito la capa dejando al descubierto su rostro.
Sus ojos eran como los de Darren pero sus cabellos eran blancos. Había muerto cuando tenía unos años más que Darren.
-¿Qué quieres?
-Te he estado vigilando- Darren se sobresaltó- te has apegado mucho a esa chica.
-No es de tú incumbencia.
-Si si acabas de hacer lo que creo.
-No es nada anormal.
-¡Darren, es un ángel!- se acercó molesto.
Guardo silencio. Él tenía razón. Muchos demonios que se relacionaban con ángeles terminaban enamorándose de ellos. Pero eso no le pasaría a él, no como a su padre. Hace muchos años se había enamorado de un ángel, pero su avaricia y egoísmo lo había llevado a matarlo a sangre fría. Todo esto le había permitido entrar al consejo de demonios, integrado por los cinco demonios más poderosos. También existía el consejo de ángeles, con cinco ángeles, y el “elector”, nadie sabía con exactitud que era o quien era.
-No tienes ningún derecho a decirme eso- hablo sereno.
-Tú y yo no somos tan diferentes- sonrió.
-¡Eso nunca!- gruño- ¡Nunca mataría a alguien por amor! De hecho, yo nunca me enamorare.
-Eso dices ahora… ten cuidado con ella.
-¿Me crees débil, un inútil? Si es así, estás bastante equivocado.
-Te estaré vigilando Darren, y cuando cometas un error estaré ahí.
Darren cerró los puños con fuerza y observo como su padre se desvanecía en la oscuridad del bosque.
-Eso nunca sucederá- se dio media vuelta.

Tiró a una de las esquinas de su habitación el abrigo de Darren y entró en el baño. No tenía necesidades básicas pero si se podía ensuciar. Luego de haberse dado una ducha caliente, se recostó en su cama e intento llamar mentalmente a su hermano, pero nunca había practicado por lo que le costo concentrarse en el rostro de William y comenzó a pensar en millones de rostros distintos, hasta que lo logro. Cerró los ojos y pensó en su nombre mientras observaba su rostro mentalmente. Sintió a alguien más en la habitación y abrió los ojos.
-¡William!- se levantó de un salto.
William la observo pensativo e inspiro el aroma que fluía por toda la casa. Buscó una tercera presencia que había o estaba en la casa hasta dar con el abrigo en el suelo. Ángela se removió incomoda y se sintió avergonzada.
-Un demonio ¿Me equivoco?
Ángela asintió.
-Y veo que no ha perdido el tiempo.
-Fue mi culpa, lo siento mucho.
Se acercó a Ángela pero tuvo que retroceder enseguida.
-Ya veo.
-¿Apesto?
-A él.
-Pero me acabo de bañar- susurró molesta- al ver que el no respondía continuo:- En que problema me metí- se sentó y apoyó la cabeza en sus manos.
-Nada que no tenga solución- vacilo un momento antes de seguir hablando- Tendrás que volver conmigo.
-¡¿Qué?! No, no, no y no- protestó- estoy feliz aquí.
-¿Es por ese chico Matt o por él demonio?
-¿Qué estas diciendo?- se levantó molesta- ¿Estas loco?
-No- negó con la cabeza y estuvo a punto de sonreír.
-Me gusta este lugar.
-Yo creí que lo odiabas desde que… bueno, desde que moriste.
Ángela suspiró.
-Extraño respirar por necesidad, extraño necesitar alimentarme y que al hacerlo no me sienta tan vacía como siempre, extraño poder dormir, extraño sonrojarme o poder llorar… extraño estar viva.
William no dijo nada. Ningún ángel que él conociera preferiría estar vivo nuevamente, preferían tener libertad. Ambos se quedaron en silencio, ambos sabían que, en ese momento, las palabras sobraban.
-Creo que debo irme.
-Aja.
No presto mucha atención a la ida de su hermano, pensaba en otras cosas. Él tenía razón, nunca le había gustado mucho la tierra, desde que había muerto. Se removió incomoda al recordar lo fría e impredecible que había sido. Había muerto por una obsesión incontrolable, por un egoísmo inevitable.
Suspiró.
Todo siempre era por una causa mayor, una causa importante ¿Por qué ella había tenido que morir de esa forma? Se levantó molesta y entró al balcón. Miro hacia el cielo pero se contuvo las palabras que quería gritar. Una tormenta se avecinaba, para los habitantes era normal pero para ella no. Pronto recordaría su fobia a estas.

Observó las nubes acercarse con el ceño fruncido. Se vistió rápidamente y se hundió entre las sabanas. Aún tenía el tenía el pelo húmedo, por lo que intentó no quedarse dormido. Miró hacia el techo e imagino figuras con las sombras hasta que su celular sonó.
-¿Aló?- preguntó somnoliento.
-¿Te despierto?- pregunto una voz femenina al otro lado de la línea.
-No.
-Excelente ¿Qué harás mañana?
-Estoy ocupado mañana- se sentó sobre la cama.
-Esperaba que digieras eso. Pero podrías…
-Realmente tengo algo que hacer mañana, Alison- la interrumpió.
-Es con la nueva ¿verdad?
-¿Cómo sabes de ella?
-Los rumores corren rápido.
-La llevare a conocer el pueblo- dijo hostilmente.
-¿Ella conoce a Darren?- hablo asustada- Me dijeron que era hermosa y…
-Si- la volvió a interrumpir- creo que fue el primero en conocerla, no parece que se llevaran muy bien pero…
-¡¿Pero que?!- pregunto molesta.
-Ahí algo entre ellos dos, no se como describirlo.
Hubo silencio
-Gracias Matt, tengo que cortar.
Dejó su celular en la mesita de noche y volvió a meterse entre las sabanas. Pensó en lo que acababa de decir. Si, el había notado algo extraño entre ambos, algo que, como ya había dicho antes, era indescriptible. Se sintió mal por haberle dicho eso a Susan, ella nunca le había agradado mucho.
Cerró los ojos con fuerza y pensó en su hermana, hasta que, olvidándose del tema de no quedarse dormido con el cabello húmedo, se quedo profundamente dormido.

jueves, 26 de agosto de 2010

Capitulo 10

-Interesante historia, Stephenie- dijo el agente del FBI- Pero me gustaría que me contaras más sobre las cosas que hacían en ese lugar porque, sin ofender, no me interesa tu historia de amor infantil.
Asentí.
En mi otra vida, le habría dicho unas cuantas cosas sobre su manera de hablar y su respeto hacía mí. Habría pensado cosas como “Idiota” o “¿Sabías que si quiero no te cuento nada, señor barriga?” Pero esa vida se había quemado con las pruebas de mi pesadilla. Ahora solo quedaban mis tortuosos recuerdos, recuerdos que ya había jurado enterrar en mi subconsciente una vez finalizada la entrevista.
-Lo siento- dije rozando con la yema de mis dedos la cicatriz que tenía en mi hombro derecho- pero cada detalle es importante, según su jefe- dije mientras lo miraba con ojos desafiantes.
-De acuerdo- refunfuño.
Ya no era la chica hermosa que alguna vez fui, en comparación con ahora. Estaba llena de cicatrices por todo mi cuerpo menos en mi cara. Mis ojos grises ya no tenían ningún brillo, como si el alma que había habitado mi cuerpo tiempo atrás se hubiera ido, el alma que había desaparecido con la desaparición de mi mundo feliz. Mi cabello se había vuelto opaco y ya, sinceramente, me importaba un pepino mi aspecto personal. Seguía manteniendo mi figura y la forma de mi rostro, pero no le tomaba interés a que era lo que usaba por el simple hecho de hallarme en un loquero.
Me habían traído a este lugar hace unas semanas, cuando se dieron cuenta en la universidad que no había caso con mis pesadillas y mi constante miedo al blanco.
Debo admitir que, en más de una ocasión, intente matar a golpes o con lo que estuviera a mi alcance a algún chico rubio. También que muchas veces corrí a abrazar a alguien lo suficientemente alto y de ojos verdes como para parecerse a Peter.
Ahora todo se recibía a estas cuatro paredes color azul que me encerraban. El blanco era el color oficial pero... bueno, ya saben.
-¿Cuándo voy a poder volver? Extraño a Susan- susurré.
-Cuando terminemos y cuando estés lo suficientemente cuerda como para no volverte una homicida- dijo mientras se quitaba los anteojos de lectura.
Mire con recelo la grabadora que estaba sobre la mesa.
-Está bien- suspire- pero tiene que dejarme continuar la historia a mi manera.
-Claro, claro- dijo restándole importancia con un gesto- solo quiero terminar rápido, o está parte porque en unos minutos debo irme.
Suspiré una vez más y volvió al arduo trabajo de narrar la realidad pasada.

Ya no tenía a donde ir, ya no podía confiar en nadie ¿Peter sabría está verdad? Y si era así ¿podría volver a confiar en él después de está gran mentira?
Estaba tan sumergida en mis pensamientos, que no me importo ni lo más mínimo tropezar y caer frente a un par de personas que me miraron con preocupación ¿Me afectaba? ¿Los conocía? Ya no lo sabía ni me importaba. Lo último que me faltaba era que Ryan también supiera todo esto o que el también fuera una mentira.
Sacudí la cabeza con fuerza.
No, el si era real y muy real.
El único que ya no me parecía real era Peter ¿Por qué no me decía la verdad de una vez y ya? No, ¿Por qué no todos me decían la verdad de una vez por todas? Terminar con las mentiras arreglaría la existencia de más de una persona, incluyéndome.
Seguramente con mi caída me había echo una herida porque sentí la pierna más húmeda, viviría con eso, era solo sangre.
Llegue a mi habitación, después de una larga caminata, y no pude evitar sorprenderme al ver a Dan en ella.
-¿Qué… qué haces tú aquí?- dije con voz ronca y cansada.
-Curiosidad- dijo levantándose de la silla en la que había estado sentado esperándome- ¿Te encuentras bien?
Tuve que apartar la vista debido a su repentino acercamiento.
-Si, es solo un rasguño.
Estaba tan cansada que ni siquiera podía sonrojarme.
-Ven- dijo llevándome al baño.
¿Qué significaba todo esto? <<.Que más da- pensé- ni tengo fuerzas para responderme esa pregunta.>>
Cuando llegamos, me ayudo a curar la herida (más grande de lo que pensaba) y volvimos a la habitación.
-¿Para que te llamo la doctora Lena?
-Lena- repetí para mí misma en voz baja.
-Si, ella ¿Para que te quería?
-No quiero hablar de eso ahora- suspire- Necesito estar sola.
-Claro, nos vemos- me sonrió y se acercó para besarme la cabeza, sin siquiera protestar.
Un hormigueo recorrió mi espalda. Supuse que era por lo extraño que había sido eso.
Una vez que escuche como se cerraba la puerta, comencé a llorar sin parar y sin ningún tipo de consuelo ¿Por qué a mí? ¿Por qué me habían vuelto a traer a este lugar? ¿Por qué me contaban todo ahora? Tantas preguntas y ninguna respuesta.
Abrace mis piernas mientras me balanceaba adelante y atrás como una niña de cinco años. Era en estos momentos cuando más necesitaba a alguien a mi lado ¿Pero a quien?
Me moví inquieta en mi sitio y me limpie las lagrimas, ya debía fortalecerme si quería sobrevivir a este lugar.
Me bañe y cambie lo más rápido que pude. Luego tome el celular y lo apague ignorando los mensajes y llamadas perdidas. Mire mi reloj y calcule que todos estarían comiendo algo en ese momento, por lo que aproveche para escabullirme directo al invernadero, donde estaría sola por un rato largo.
Al llegar, luego de repetir el mismo camino que siempre, me senté en el mismo banco de siempre a mirar el mismo paisaje seco e inhóspito de siempre a pensar en las mismas cosas en las que pensaba cuando aún no sabía nada de esto. Me puse a pensar en todo lo que me había sucedido en estos días. En Ryan, en Susa, en… en Peter. ¿Cómo era posible que dudara de él? Era la única persona que había amado, la única que me hacía sentir de esa forma, como si volara entre las nubes o flotara en el mar. Me levante de un salto y me apoye en la baranda. Había por lo menos unos 10 metros al suelo, un salto suicida que no pensaba realizar nunca. Me quite el polvo adherido a mi ropa y me di media vuelta. En el umbral de la puerta, estaba Peter observándome con mucha preocupación, o eso creía yo.
-Peter- dije asombrada.
-¿Dónde estabas?
Me quede callada con la inseguridad de si decirle o no lo de hace unas horas.
Me quede perpleja cuando se acercó para besarme con ansiedad. Eso era lo que había necesitado todo este tiempo, sus labios junto a los míos, su aroma embriagador y sus manos acariciando mi cuerpo. Está vez no quise separarme de él, ni siquiera para respirar o para hacerle preguntas sobre todo lo que me inquietaba tanto.
Atraje su cuerpo al mío para sentirlo más cerca de mí. Me estaba volviendo loca, de eso estaba segura. La culpa la tenía él y todo este maldito lugar.
-Peter- balbuce una vez que el nos separo- Pe… Peter- repetí como en un trance.
-¿Qué pasa?- acaricio mi rostro con dulzura, lo que me ayudo a mantenerme de pie y cuerda a la vez.
-Tengo tantas preguntas- dije mientras acariciaba sus manos con la misma suavidad.
Ambos nos sentamos con las espaldas contra la pared, no quise tocarlo porque enseguida me pondría a decir estupideces o locuras debido a su cercanía. Agradecí que el no lo malinterpretara.
-¿Me permitirías hacerte yo las preguntas está vez?
-Pero yo…- sus labios volvieron a buscar los míos- Está vez tú eres el chantajista- me quejé.
-¿Tengamos un acuerdo? Turnémosnos.
-Como digas- desistí.
-¿Cuándo tuviste tu primer beso? Digo, después de que perdieras la memoria.
Suspiré.
-Aquí- mi voz no fue más que un murmuro que emití mientras me sonrojaba.
-Guau, eso no me lo esperaba- dijo mientras me acariciaba el brazo con el dorso de la mano- ¿Estas segura?
-Dijiste una pregunta.
Peter resopló.
-Lo que voy a preguntar puede ser algo raro pero...- comencé- que mas da ¿soy virgen?- lo mire a los ojos, pero no pude evitar bajar la vista al instante, nerviosa.
Rió estridentemente.
-¿Por qué ríes?
-Esa ya son 2 preguntas- dijo sin poder parar de reír.
-Sabía que no debía haber echo esa pregunta- me intente levantar, pero la mano de Peter me detuvo y termine cayendo en sus piernas.
Sentí sus brazos rodearme y su pecho agitarse debido a las carcajadas. Quise apartarme, bastante enojada, pero me abrazo con fuerza y me beso.
-Lo siento- dijo mientras me apartaba un mechón de rostro- Si, Stephenie, eres virgen… hasta lo que yo se.
-Y te reías porque…
-Me pareció gracioso, solo eso.
Sus labios volvieron a demandar los míos, amaba cuando hacía eso.
-Me toca a mí- debió haber visto mi rostro desilusionado por la separación, por lo que me dio otro beso- ¿Piensas en mí todo el tiempo?
-¿Y esa pregunta?- me sorprendí.
-Quiero saber- volvió a poner su cara de perro mojado.
-Si, Peter. No dejo de pensar en ti un solo segundo.
-¿Por qué me amas?
-Si,- le bese la frente sonriendo- porque te amo- me levante y me senté a su lado- ¿Dónde quedo el trato?
-¿Qué trato?
En ese preciso momento, me di cuenta de que era verdad lo que acababa de decir. Ahora me sentía muy culpable por haber dudado de él.
Me desperece.
-¿Es una broma?
Los juegos no cesaron hasta bien tarde, siendo interrumpidos por uno o más besos de parte de él. Me sentía tan querida, tan amada, tan tranquila.
Caminamos juntos al comedor. Cuando llegamos a la puerta, del otro lado se escuchaban quejas y gritos.
-Espérame aquí- susurró y entro dejándome a tras.
Me sentí asustada y nerviosa a la vez, como si supiera que es lo que iba a pasar ¿Era tan poco obvio? Pues si.
Me sujete el pelo con una banda elástica que llevaba en el bolsillo delantero y pensé en mis posibilidades, tenía tres:
*Escapar a mi habitación.
*Esperar a Peter.
*Entrar a ver que sucedía.
Finalmente opte por entrar. Tome el pomo de la puerta y la abrí lo suficiente como para ver a unos hombres armados, vestidos como lo de las fuerzas especiales, sosteniendo a todos los internos por lo brazos. Richard tironeaba en dirección a una chica muy extraña que lloraba desconsolada (¿Quién seria?), April miraba el suelo sin protestar, Ryan miraba a todos lados y luego a Peter… Me obligué a mi misma apartar la mirada. Había visto como golpeaban a Peter mientras el negaba con la cabeza una y otra vez. ¿Estarían preguntándole donde estaba? Lo más seguro era que sí y el lo estaba negando. Supuse que se estaría burlando de ellos también.
Ahora me quedaban solo dos opciones:
*Entrar y mostrarles que estaba ahí para decirles que no golpearan a Peter.
*Escapar.
Fue cuando recordé la llave de los archivos de la biblioteca que me había dado la doctora Lena. Si entraba, me registrarían y la encontrarían.
<<.Escapar.>>
-Volveré por ustedes- susurre mientras acariciaba el marco de la puerta.
Tome los atajos que me conocía, solo para llegar lo antes posible a la biblioteca. Sabía que me empezarían a buscar en unos minutos por todas partes.
Al llegar, me fui directo a los grandes cajones al fondo de la gran habitación. Tomé la llave de cobre e intente en cada uno hasta que escuche el familiar clic. Lo abrí y sacudí el polvo. Busque en todas las carpetas hasta encontrar lo que buscaba “Wolper, Mary”
Suspire.
¿Realmente quería hacer esto? Claro que sí.
Tome el archivo y lo deje en la mesa. Fui pasando por cada encabezado de los papeles y fui guardando los más importantes como sus investigaciones o datos personales. Salté las noticias que iban adjuntas o archivos donde daban le daban crédito por sus hazañas, los cuales eran muchos. Me di media vuelta para buscar el de mi padre, pero era demasiado tarde… ya sentía los pasos dirigiéndose hacia aquí. Con una velocidad increíble, guarde la carpeta y cerré el compartimiento con llave para luego tirarla a un masetero.
-Sabias que estarías aquí, Stephenie.

lunes, 16 de agosto de 2010

Había una vez...

Perdon, no me aguante y lo subi <:)
Este capitulo esta dedicado a Regna de "Anestesia Mortal"
Perdoname por demorarme tanto, espero que lo disfrutes!
Sobre la isla Cole, un ángel miraba pensativo a la humanidad. No extrañaba ser parte de ellos, ni siquiera recordaba con exactitud como era ser uno de ellos. Se estremeció al pensar que en unos pocos minutos lo sería. Se levantó y camino hasta donde estaba su hermano.
-William- lo saludó mientras se acercaba.
-Ángela, me da gusto verte ¿Estas lista?
-No estoy muy segura, si a eso te refieres.
William, como Ángela, tenía cabellos color caoba y una sonrisa dulce. Los ojos de William eran verde pálido, mientras que los de Ángela eran color miel. Ambos habían nacido en la isla bajo sus pies y ambos habían muerto en ella.
-Se que tienes miedo, pero necesitamos encontrar al demonio que está haciendo estos desastres.
-¿Por qué no vas tú?- exigió.
-Yo ya he ido muchas veces.
Ángela miro una vez más hacia la isla y luego observo sus alas.
-Las voy a extrañar- admitió sin ánimos.
-Las tendrás en poco tiempo.
Ángela suspiró.
-Bien… creo que esto es un adiós.
-Uno temporal- le sonrió- te estaré vigilando cuando estés afuera, intenta no entrar en muchos lugares con techo.
-Lo haré.
Se abrazaron. Luego, en unos minutos, Ángela estaba pisando tierra firme.

Una sombra se deslizaba entre los postes del muelle, conteniendo la respiración ante las presencias de algo no humano. Se deslizó entre los pinos de un bosque y se escondió entre sus ramas, donde estaba completamente seguro. Hace unos minutos, había visto descender a una de las criaturas que más detestaba: un ángel. Cerró los puños con fuerza e intento tranquilizarse ¿Cómo demonios lo habían descubierto? Lo que hacía no era algo notorio, solo jugaba con los sentimientos y pensamientos de las personas.
-¿Darren, eres tú?- hablo una voz femenina procedente del muelle.
La chica no era nada nuevo para Darren. Él la había visto unas cientos de veces y también habían conversado un par de veces. Sus cabellos eran rubios y ondulados y sus ojos eran azules. Suspiro y salió del árbol donde había estado escondido.
-Alison, ¿qué haces aquí?- dijo hostilmente.
-Solo paseaba por aquí cuando te vi entrando al bosque.
-Será mejor que vallas a casa.
-Pero…- Darren la fulmino con la mirada- como digas- dijo molesta.
Mientras se perdía entre la espesura del bosque, sintió un remolino de sentimientos emanando de ella. Se sentía molesta y también herida <<¿Herida?>> pensó. Para él estaba claro que ella había y estaba detrás de él desde que él había llegado a esta isla, hace 6 años atrás.
Se sacudió las ramitas que habían caído a sus hombros y tomo la decisión conocer al recién llegado.

Miro hacia atrás y se desanimo al darse cuenta de que sus alas no estaban en su lugar. Respiro profundamente y entró en unos apartamentos no muy grandes de 3 pisos, con un departamento en cada piso.
Al rato, ya había visto todo el departamento. Era un lugar espacioso que consistía en una cocina, un dormitorio con un baño y una sala.
<<.Creo que ya es hora de salir-pensó- el demonio no va a venir a mi.>>
Cuidadosamente cerró la puerta con llave. El tiempo en la isla nunca había sido bueno, pero ella no se había molestado en abrigarse. Camino por los senderos de tierra que estaban hechos especialmente para no perderse por el bosque de pinos. Donde ella vivía ahora quedaba a las afueras del pueblo.
Miro hacía arriba y se pregunto si William la estaría vigilando ahora.
Aún no se acostumbraba a caminar con gravedad, pero no se quejaba. Continúo caminando, preocupada por recordar el camino, hasta que se encontró junto a un puerto. El puerto era de pino, nada fuera de lo común. Se pregunto que la había llevado a ir hasta ese lugar, sus sentidos no eran fuertes como los de los demás, algo que nunca nadie había podido explicar. Aun así algo le había indicado ese lugar. Volvió a mirar al cielo recordando la recomendación de su hermano. <<.Lo siento William, es algo necesario.>> pensó. Entró en el bosque.
Llevaba unos cuantos minutos caminando e intentando esquivar las ramas de los árboles que se le cruzaban por su camino, al parecer el bosque no era solo de pinos. Paró a descansar a las orillas de un pequeño claro, de no más de 3 metros de diámetro. Se estremeció por el frío y deseo haber traído alguna especie de abrigo. Miro hacía todos lados. <<.Mierda, creo que me he perdido. Será mejor que vuelva a casa.>>. Volvió a mirar en todas direcciones pero no logro recordar por donde había llegado. Comenzó a retroceder asustada hasta que tropezó con una raíz que se asomaba por el suelo. Lo que espero sentir fue el suelo, no unas manos sujetándola por los codos. Las manos la ayudaron a levantarse.
-Quiero que sepas que no acostumbro a hacer esta clase de cosas.
Ángela se dio media vuelta. Frente a ella estaba un chico de cabellos negros, como sus ojos. <<.Valla, valla. Nunca me creí capaz de encontrarlo tan fácilmente.>>. El chico sonrió.
-Mira a quien tenemos aquí. Un ángel, pero bastante inexperto- le rodeo observando cada detalle de ella- cualquier ángel normal me hubiera sentido aunque sea a 10 metros- Ángela se limitó a fruncir el seño- Lo siento, olvide presentarme- se detuvo frente a ella- Mi nombre es Darren.
-Pues Darren, no me agrada tu comentario sobre mi experiencia.
-Educación, típico de ustedes ¿Me dirás tu nombre?
-No me agrada la idea pero- suspiró- mi nombre es Ángela.
-Ángela, pareces perdida- ella se estremeció, por el frío y por como sonaba su nombre con su voz- y con frío.
-Eso no te incumbe. Podría ir a ese claro y de ahí me verían.
Darren la tomo por los hombros y la empujo hasta un árbol.
-Yo que tu no haría eso, no quiero volver- dijo con ira.
Ángela cerró los ojos, la cercanía de Darren le provocaba escalofríos. Él se acerco a su oído.
-Además, creo que tú y yo nos divertiremos a lo grande.
Darren apartó su cabeza de la de ella, pero no la soltó. En ese momento Ángela se permitió respirar y abrir los ojos. Darren parecía un sabueso que ha captado el olor de una presa. Tomó a Ángela por los hombros, otra vez, y la arrastró al lado contrario del árbol. A unos metros se encontraba un chico rubio de ojos verdes. Darren sintió cada paso y pensamiento que el chico hacía. Cuando estuvo peligrosamente cerca, Ángela intentó soltarse, agitando su cuerpo violentamente.
-¿Quién está ahí?
Él chico se acercó lentamente al árbol donde estaba Ángela y Darren.
-Diablos- murmuró Darren.
-¿Quién está ahí?- insistió el chico.
-Sígueme la corriente- exigió Darren en voz baja.
-¡¿Qué haga que?!- dijo sobresaltada cuando este la tomo en sus brazos.
Ambos rodearon el árbol hasta quedar frente al chico.
-¡Matt!- dijo con un júbilo fingido.
-Sabía que eras tú- dijo el chico con una sonrisa.
-Ángela- dijo bajándola- este es Matt.
-¿Desde cuando tienes amigos humanos?- susurró esta en su oído- ¿Desde cuando tienes amigos?
-¿Por qué la cargabas?- Matt preguntó de pronto sobresaltando a Ángela.
-La encontré inconciente a los pies de este árbol- dijo Darren mientras golpeaba el árbol que había quedado a sus espaldas, ignorando la pregunta de ella.
-¿Quieres que la lleve a su casa?
-No, no te preocupes- sonrió.
-¿Tú, siendo caballero?
-Esta bien, tú ganas- dijo gruñendo lo suficientemente bajo para que los oídos inferiores de Matt no lo oyeran.
Ángela se sintió como un objeto que era intercambiado, aun que Matt no había entregado nada a cambio. Lo saludo con una sonrisa y se puso a su lado. Un escalofrío recorrió su columna ante la cercanía de un ser humano.
-Nos vemos Ángela- dijo Darren volviendo a sonreír.
Ella se quedo quieta viendo como un abrigo grande y negro caía lentamente en sus brazos. Agradeció el gesto interiormente y siguió a Matt a través del bosque, el cual ya había comenzado a caminar hace unos segundos.
-¿Dónde vives?- preguntó este.
-A las afueras del pueblo, en unos departamentos- respondió ella nerviosa.
Se quedo asombrada de cómo Matt se sabia guiar en el bosque ¿Cómo es que cuando miraba a la isla nunca lo había visto a él?
Se coloco el abrigo y ordeno su cabello.
-¿De donde vienes?
<<.Que curioso.>> pensó un poco molesta.
Se sintió estupida al no haber preparado esa respuesta antes ¿Como no lo había visto venir? Era una pregunta típica entre los humanos cuando alguien era del extranjero. Rebuscó entre sus recuerdos humanos el nombre de algún país. Nada. Hasta que se ocurrió el nombre de un lugar al que siempre había soñado con ir.
-Nueva Zelanda.
-Valla, desde pequeño siempre quise ir.
Ángela se sobresalto, ya tenían algo en común. Durante todo el camino hablaron de sus experiencias y sus sueños. Ella nunca pensó que tendrían tantas cosas en común.
Era el primer día de Matt fuera de su casa en un par de meses, no había salido desde el accidente de su hermana. El chico se había echado toda la culpa cuando, en un paseo a caballo, la había dejado sola por unos minutos. Se desanimó al recordar el momento en que la había encontrado muerta en un barranco. Ella tenía 26 años en ese entonces. Él sabía que era menor por 2 años, pero él era más fuerte y con más experiencia. <<.Debí haber estado a su lado.>> se culpó.
-Matt ¿Estas bien?- preguntó preocupada.
-Si, lo siento- se seco las lágrimas.
-Gracias por traerme.
-No hubiera sido inteligente haberte dejado con Darren, no me fió de él- le sonrió- ¿Nos vemos luego? Me encantaría mostrarte la ciudad.
-Claro, así no me perderé en futuras ocasiones- ambos rieron.
-Te pasare a buscar a las 12.
-Adiós.
Ángela entro a su departamento con la adrenalina aun recorriéndole el cuerpo. Había sido la experiencia más peligrosa y extraña en toda su vida.

Darren se lamentó, Matt había arruinado su, talvez, única oportunidad. Nunca se había esperado de que el ángel fuera una chica, menos una chica tan linda como ella. Continuó siguiendo el rastro de Ángela en reversa, así encontraría el camino de regreso al muelle. No le agradaba seguir su olor, pero era lo único que podía hacer, no sabia hasta donde lo llevaría el de Matt. Inspiro profundo y dejo que el olor de Ángela le llenara los pulmones, si lo recordaba talvez en el futuro le ayudaría a encontrarla con mayor facilidad. Continúo su camino esquivando los árboles de ramas bajas y la presencia de excursionistas, no le agradaba la idea de toparse con ellos y sus preguntas.
Cuando estuvo a unos metros del muelle, decidió tomar una ruta distinta. Siguió uno de los senderos hasta llegar a una reja grande y negra. El jardín estaba lleno de flores y una fuente en medio. En los bancos de madera descansaban parejas y niños, no le gustó la felicidad y el amor reflejados en sus rostros. Al fondo del jardín, había unos departamentos color crema, en uno de esos debía vivir Ángela. Darren suspiro y se acerco al primer departamento, donde su olor era más fuerte. A cada paso que daba se preguntaba si esto había sido una buena idea. Se encaramo en el balcón del primer piso y luego escalo hasta el del segundo piso. Miro por la ventana y se encontró con que Ángela estaba sentada en el sofá observando confundida el control remoto. Los ángeles habían pensado en todo al haberla dejado en ese departamento. Comida, baño, una cama cómoda y muchas comodidades como una televisión. Ángela tomo una guía de cómo usar el control. La leyó hasta que aprendió como encender el televisor, como cambiar de canales y como subir el volumen. Darren rió por lo bajo ante esta escena tan inocente. Le divertía ver como sus facciones cambiaban de la ternura a la “normalidad” cuando se enfadaba. Se sentó en la barandilla y esperó a que algo bueno pasara, como si estuviera viendo un programa.
Ángela estaba furiosa con la tecnología, la odiaba. También se odiaba a si misma por no poder detectar demonios, podría haber uno en su terraza y ella no se percataría. Se levanto y apago la televisión, sinceramente no entendía porque los humanos encontraban eso divertido. Fue hasta la cocina y tomo una manzana, eso si lo entendía y, aunque estuviera muerta y no la necesitara, le dio un mordisco y la dejo en la encimera. Pensó en ir a tomar aire fresco al balcón.
Darren acababa de darse cuenta de que Ángela no se había quitado su abrigo, eso lo impresionó. También se acababa de dar cuenta de que Ángela tenía intenciones de ir al balcón.
<<.Creo que está es mi segunda oportunidad.>> pensó extasiado. Avanzó hasta estar cubierto por la pared, no quería que ello lo viera antes de que el pudiera actuar.
Ángela, sin percatarse de su presencia, camino hasta apoyarse contra la baranda.
-Me alegra volver a verte, Ángela- dijo susurrando seductoramente en su oído.

viernes, 13 de agosto de 2010

Capitulo 9

Lo encontré en uno de los pasillos rodeados de libros leyendo concentradamente un papel viejo y arrugado. Si no fuera porque todo lo que estaba ocurriendo era muy raro, nunca hubiera creído que una lágrima se deslizaba por su mejilla.
-¿Peter, estas bien?
-Perfectamente- se sobresaltó- ¿Dónde has estado?- rápidamente se secó la lágrima y lo guardó.
-No me creerías si te lo dijera- dije mientras me sentaba a su lado y me acurrucaba en su hombro, bajo su brazo sobreprotector- ¿Qué es eso que leías?
-Esta vez te responderé con lo mismo que tú me dijiste- dijo mientras forzaba una sonrisa.
-Eso no es justo- junté nuestros labios por poco rato, pero lo suficiente para que me sonriera y respondiera con otro- ¿Ahora me vas a decir?
-El chantaje no es bueno para las niñas como tú.
-Yo no chantajeo, pero realmente quiero saber qué era eso y…-¿Cómo iba a decírselo?
-¿Qué?- dijo mientras tomándome por la barbilla me obligaba a mirarlo a los ojos.
-¿Nosotros… nos conocíamos antes, hace unos años tal vez?
-¿Por qué dices eso?
-No lo has negado- dije con tristeza- ¿Cuándo pensabas decírmelo?
Sentí que quería llorar, que quería desaparecer en el aire y no volver. Cuando él lo admitía (aunque fuera indirectamente) sonaba más extraño. Lo que sentía no se podía describir más allá de lo anterior, es como cuando tienes una sensación extraña y no sabes la razón.
-Quería que lo recordaras, temía que nunca lo hicieras pero… ¿Qué recuerdo tuviste?
-Ambos, jugando mientras mi madre nos vigilaba.
-Ah- eso sonó más bien como un lamento.
-¿Puedes… puedes contarme todo lo que sabes sobre nosotros? Hazme recordar- suplique- Te necesito Peter- dije mientras tomaba su brazo con fuerza- Por favor.
Me apartó de su lado. Al principio me sentí terrible, pero luego me acercó a él para besarme apasionadamente. Sentí sus lágrimas humedecer mi rostro y cuando nos separamos para respirar, susurró “Te extrañe tanto”. No entendí el significado, pero no me importo.
-Peter, sé que es difícil para ti recordar, pero realmente lo necesito- volví a decir.
-Todo por ti- dijo acariciando mi cabeza.
-Gracias- le sonreí- esto realmente vale mucho para mí.
-Si Stephenie, nos conocíamos desde que llegue a este lugar-dijo intentando comenzar la “historia”.
-¡¿Desde hace tanto?!- intente levantarme pero él me detuvo.
-¿Cómo explicarías que nuestra relación avanzara tan rápido? Es imposible que una chica como tú se enamore de alguien como yo tan rápido, contando lo rápido que va esta relación… no es normal- dudó antes de decir la última palabra.
<<.Así que también piensas lo mismo.>> pensé.
-Nos conocimos en este lugar, tú eras solo una niña de 5 años, pero nos entendíamos, hablábamos el mismo idioma. En ese tiempo, estaban comenzando a traer niños y adolescentes a este lugar. Fuimos amigos hasta tus 10 años, luego fuimos novios hasta que te llevaron lejos de aquí… hasta que te alejaron de mi lado- pensé que se pondría a llorar en cualquier momento, y yo también- Cuando volviste, no podía creer que fueras tú, pero luego descubrí que no te acordabas de mí así que busque la forma de recuperarte.
-Fue cuando me seguiste hasta el invernadero diciendo que te gustaba ir ahí a pensar.
-No mentí en eso- me aclaro sonriéndome tiernamente- me gusta ir a pensar a ese lugar porque fue ahí donde nos dimos nuestro primer beso, donde me entregaste esta carta antes de irte- me enseño el trozo arrugado de papel que había estado guardando con recelo- Cuando me contaste que habías perdido la memoria a tus 13, no perdí la esperanza y me prometí a mí mismo con más fuerza recuperarte. Fue mentira lo de la venganza, yo le pedí a April que se acercara a ti y te alejara de Summer.
Me quede en silencio, me era realmente difícil no creerle. Sus palabras y sus ojos eran sinceros y esa era la oración que más verdad podía tener en estos últimos años, meses, días, horas y ¡minutos!, además estaba lo de Edmund también.
-¿Me permites ver el papel?- pregunte mientras una lagrima recorría mi mejilla.
Me entrego con el mismo cuidado que había utilizado para guardarlo en su bolsillo, la letra era desordenada y pequeña y el papel estaba lleno de lágrimas secas que se habían quedado impresas en el al pasar los años.
La carta iba así:
“Peter
Estos años que hemos pasado juntos son los únicos que siempre recordare. No se la razón de nuestra repentina separación ni con quien me iré. Mi madre me ha dicho que no puedo quedarme con ella ni contigo. No llegaras a saber la pena y desconsuelo que sus palabras me han causado ni el gran vació que quedara en mi corazón al dejar de verte y escuchar las tiernas palabras que tienes para mí. Lo único que voy a lamentar y nunca me podré sacar de la cabeza es que no me hayas dicho porque el destino te trajo hasta mi cuando tenías tan solo 8 años de edad. Tampoco olvidare tu rostro y tu sonrisa, porque siempre estarás en mi corazón.
Siempre tuya
Stephenie”
-Era algo cursi y creativa- reí- pero no puedo recordar nada de nada- le devolví la carta y me senté en su regazó para refugiarme en sus brazos.
-No importa, recordaras con el tiempo.
-Ojala que así sea- dije mientras escondía mi rostro en su cuello para contener las lágrimas que no había querido mostrar frente a él, no volvería a destrozarle el corazón nunca más.

El día anterior había sido muy raro, pero ahora me sentía más unida a Peter que nunca y tenía una razón.
El domingo, para mí, era un sinónimo de máxima relajación. Pasar el día de la mano con Peter recorriendo el lugar, buscando a mi hermano para más información, en los jardines caminando sola buscando un lugar pacifico para poder pensar eran mis planes para ese día.
Lo del día anterior si me había afectado, pero debía añadirlo a mis recuerdos buenos y útiles, no me serviría de nada ver el lado malo porque, bueno, no tenía lado malo para mí.
Mientras pensaba en todas esas incoherencias, caminaba tranquilamente al comedor. Necesitaba ver a April, a Richard y a Ryan, especialmente a Ryan. Tal vez sería una buena idea contarle todo, pero esta vez no lo haría, me aguantaría hasta tenerlo todo claro… ¡Por esa razón necesitaba ver a Edmund cuanto antes! Mi hermano debía saber todo esto y quizás me contaría lo que Peter no sabía, como por qué mi madre me separo de este lugar, mi hogar de niña. Ahora descubría que mi supuesto hogar era un lugar de retención para no estar con ella, ahora odiaba a mis tíos por haberme mentido… o tal vez ellos no saben que está viva y que existe este lugar. Esa era una posibilidad, pero estaba segura de que ellos si sabían que mi madre estaba viva… y tal vez mi padre. Mi padre, ¿Cómo sería? El cuadro no era suficiente para recordar su rostro, además, no se veía gracias a que estaba medio agachado con la tarea de hacerme reír o solo sonreír, como me había dicho mi hermano en otras palabras.
Entre intentando ignorar toda cosa que pudiera ponerme incomoda o hacer que me sonrojara. Cuando llegue a la fila, me estire y tome una de las bandejas para comer algo porque, claro está, mis hábitos alimenticios son tan horribles que no comí nada de nada ayer. Seguí estando en la fila un buen rato, pero la espera valió la pena. No me importo sentarme sola a comer por un rato, de hecho, estaba nerviosa y tenía miedo de que apareciera alguno de mis “amigos” (había cambiado de opinión), nunca me acostumbraría a llamarlos así. Comí lentamente y disfrute de cada bocado que, sin apuros, metía a mi boca. Una vez que hube acabado, me encontré con Dan cerca de la salida.
-¡Stephenie!- dijo con entusiasmo- Justo la persona con quien quería hablar- murmuro una vez que se acercó a mí.
-Dime- dije con una falsa sonrisa.
-Quieren hablar contigo- volvió a murmurar mientras me entregaba un papel medio arrugado.
<<.Demasiado misterioso.>> pensé asustada.
-¿Quién?
-Me dijeron que no te digiera, solo que te entregara este papel y te guiara hacia allá.
-Ok, gracias.
Está era como décima vez que seguía a alguien otra vez de los pasillo extremadamente blancos de este lugar, ya se estaba haciendo una costumbre. Estaba de más describir las miles de puertas y los millones de pasillos que recorrí, hasta a mí me aburriría eso. Odiaba cuando tenía que describir algo. Recordé cuando me pedían que me describiera física y emocionalmente para decírselo luego a mis compañeros, eso era lo que más odiaba.
Aproveché el momento para leer la nota, en esta decía:
“Stephenie
Necesito que vengas a mi oficina para charlar sobre un tema muy importante, cuando llegues hablaremos y te lo explicare todo”
Algo me decía que Edmund me la enviaba, pero cabía la posibilidad de encontrarme con mi madre.
Al llegar, me encontré suspirando por el nerviosismo. Dan se despidió con una sonrisa y un beso en mi mejilla, más cerca de mis labios de lo que me gustaría. Toque la puerta con decisión y tan solo espere unos segundos antes de que alguien la abriera, pero no alcance a ver quién era. Entré e inspire el familiar olor a campo, no supe la razón hasta que vi a una mujer apoyada contra el escritorio. Su aspecto era bien campestre especialmente por sus trenzas castañas y sus ojos chocolate. En una de las paredes había una fotografía de sus hijos con su esposo y otra de ella en un campo muy florido.
-Stephenie- dijo con una gran sonrisa- hace mucho que no te veo.
-¿Por qué esas palabras me suenan cada vez más repetidas?- dije mientras cerraba la puerta sin dejar de mirarla a los ojos.
-Porque es cierto- suspiro- Supongo que ya sabes todo.
-No, no todo- avancé- Yo supongo que tu sabes lo suficiente sobre mi amnesia.
-Claro, claro. Toma asiento.
Me senté frente a ella. La vi tomar unos papeles que luego tiro con suavidad cerca de mí. Los tome vacilante y los revise. Todos hablaban sobre la prematura muerte de mi madre y mi padre, ninguno que no hubiera leído.
-¿Qué… qué significa esto?- pregunte sin lograr entender porque me los daba si Edmund me había confirmado que estaba viva.
-Por favor dime que no has hablado con Edmund- suplicó.
-¿Por qué?- pregunte intrigada.
-Demonios- dijo en voz baja- Debes saber que es un hombre muy peligroso, un desconocido para ti en este momento ya que no recuerdas nada.
-¿Y usted no lo es?- pregunte acusadoramente.
-Stephenie, seguramente te habrá dicho que es tu hermano y que tu madre está viva.
-Aja.
-Es todo mentira.
-¿A qué te refieres?
-A que tus padres y tu hermano murieron en ese accidente en coche hace muchos años- dijo jugueteando con una de sus trenzas.
-¿Cómo se que tú no eres la que está mintiendo?
Suspiró.
-Edmund era el mejor amigo de tu hermano. Cuando murieron, le fue tan difícil aceptarlo que entro a trabajar a este lugar apenas tuvo la oportunidad- se mordió el labio inferior como si estuviera pensando si proseguir o no- Cuando llego, se empeño en hacer feliz a la única Wolper sobreviviente, como si quisiera tener la imagen de tu hermano viva-. Guardo silencio.
¿Por qué tantas mentiras? ¿No hubiera sido más fácil decirme la verdad de una vez por todas? Sentí que mi desayuno quería salir, pero lo contuve respirando profundamente. No era momento para vomitar.
-Eso es imposible- dije al fin- En los pocos recuerdos que tengo, la veo junto a mi momentos antes de irme de aquí. También es imposible que mi hermano haya muerto ya que no salió en las noticias.
-Edmund pidió que no saliera en las noticias inventando la gran mentira de que tu no lo soportarías- se levantó para luego sentarse en el escritorio cerca de mí mirando por la ventana- Cuando lo dejaron entrar aquí como asistente, a los 22, se encargo que tus diez años fueran “mágicos”-dijo marcando las comillas- se hizo pasar por tu hermano aprovechando que tu solo lo habías visto a tus 3 años, pero con el tiempo su mente depravada se enamoro completamente de ti.
-¿Y Peter?- dije con la voz temblorosa.
-Eso es algo que descubrirás luego, las respuestas llegaran a su debido tiempo.
-Esta bien- dije resignada- ¿Pero y lo de mi madre?
-La de los recuerdos no era tu madre- se dio vuelta hacia mi. De pronto se veía más cansada y las arrugas aparecieron en su rostro- era su hermana gemela, tu tía Susan.
-¿Su…Susan?- tartamudee sintiendo como el color se iba de mi rostro.
-Cuando supo que Edmund se estaba enamorando de ti, te llevó lejos para protegerte… tú siempre pensaste que ella era tu madre y así las cosas estaban mejores y más fáciles para ti y para todos.
Me levante y me separe de ella.
-¿Quién eres? ¿Qué es este lugar? ¿Qué hacen con las personas que vienen a este lugar?- guardo silencio- ¡Responde, mierda!
-Ya te dije que las respuestas llegarían a su debido tiempo.
-¡Eso no me sirve!- contesté, estaba cada vez más furiosa.
-Tu madre se llamaba Mary Wolper- dijo con indiferencia- Si quieres saber algo más ve a los archivos de la biblioteca- metió su mano al bolsillo- ten.
Tome la llave sin prestarle mucha atención y dirigí todo mi interés en la siguiente pregunta.
-¿Quién eres?- escupí las palabras harta de tener que repetirla.
No me respondió, sumida en sus pensamientos, lo que interprete como mi invitación a irme de ese lugar.