sábado, 11 de septiembre de 2010

Esto es mutuo

Faltaba bastante para el amanecer y para que terminara la tormenta, esta vez era Ángela quien no iba a aguantar el silencio de Darren. Lo miró preocupada, tenía los ojos cerrados y estaba apoyado en la cabecera de la cama. Se apoyó a su lado y miro el techo.
-Se nota que quieres hacer algo más productivo, algo más divertido- Darren sonrió para sus adentro cuando dijo “divertido”.
-Me descubriste.
-Y veo que ya no tiemblas cuando hay rayos.
-Pero eso no significa que no les tenga miedo- hizo una mueca.
-Tienes razón- soltó una carcajada.
Ángela lo siguió en su risa.
-¿Qué quieres hacer entonces?- preguntó con una sonrisa pícara.
-Me gusta hablar contigo, es más divertido que ver la televisión.
-¿Me comparas con una televisión?- ambos rieron- Cambiando de tema ¿Me vas a decir cómo moriste?
-Algún día- suspiro- algún día.
Eso no lo desanimo, conocería cada rincón de la vida de Ángela aunque fuese lo último que hiciera.

No muy lejos, en el cielo, el consejo hablaba sobre Darren y Ángela, el tema lo había propuesto Eric con la intensión que lo castigaran e hicieran pagar.
-No creo que sea necesario- dijo uno.
-No ha roto las reglas en es modo, Eric.
-Pronto lo hará y te arrepentirás, Julian.
En el medio, una figura de capa gris se limitaba a escuchar y a meditar.
-Pronto morirá otro ángel porque se niegan a escucharme- Eric gritó enfadado.
-No todos cometemos tus errores- los ojos negros de Julian resplandecieron al ver la cólera de la mirada de Eric.
-Por favor Julian, compórtate- le susurro un ángel de labios carnosos y cabellos dorados.
-Emily, deja que resuelvan sus problemas como demonios- hablo uno de cabello negro y alas blancas como la nieve, su nombre era Eliam.
En ese lugar se encontraban tres demonios de ala y capas negras: Julian, Eric y Emily. También habían tres ángeles de alas y capas blancas: Acalia, Agalia y Eliam. En medio había una figura sin alas cubierta por una capa gris, su nombre era Casto, el cual continuaba escuchando sin moverse ni hablar.
-Agalia, hermana ¿Qué opinas?- Suspiro Acalia.
-Creo que Ángela sabe cuidarse, he hablado con ella y parece una chica bastante madura y está consciente de lo que hace, aunque yo opino que la regla que prohíbe la unión de un ángel y un demonio es innecesaria- sonrió y miró a Casto- ¿Qué opinas tú?
Casto la observó y se rascó la barbilla.
-Es mejor esperar a las acciones de ambos. Sé que es tu hijo Eric, pero no podemos intervenir si no ha hecho nada malo, no lo culpes por tus acciones. Hemos terminado.
-Pero…- protestó Eric.
-Hemos terminado- repitió suavemente Casto- Y será mejor que no sigas interviniendo en sus vidas, Eric. No quiero destituirte antes de tiempo.
En unos meses humanos más, se elegiría un nuevo consejo, el cual era sustituido cada 100 años.
Todos se levantaron menos Eric y Emily, quienes se quedaron mirándose pensativos por un rato, hasta que no escucharon nada.
-Tenemos que hacer algo, no podemos permitir que estén cerca.
-Sí, pero no pueden sospechar- Eric aún estaba furioso.
-Tampoco podemos permitir que sepan de la profecía.
-De seguro Casto lo sabe, pero debe haber una razón para que no les allá dicho nada.
-Y para que no nos allá detenido- refunfuño.

Todo estaba oscuro, caía por un abismo sin fondo y escuchaba las herraduras de un caballo al cabalgar. Cerró los ojos con fuerza y tapo sus oídos, cada vez se oían más fuertes. Cayó con fuerza al suelo, solo divisaba césped. Se sentó con esfuerzo y vio pasar a su hermana a caballo, no podía ver su cara o su cuerpo, pero de alguna manera sabía que era ella. Vio como continuaba sin fijarse en el hasta que llegó hasta un barranco, cayendo sin control hasta que oyó el estridente sonido del final de la caída.
Matt abrió los ojos, estaba en el suelo con las sabanas enredadas en su cuerpo. Buscó a tientas la luz y se volvió a meter a la cama, no sin antes ordenarla un poco. Era la 1 de la mañana.

-Como desearía poder dormir, como desearía estar viva- suspiró.
-Como desearía que te dejaras de quejar, como desearía que volviera la luz para ver la televisión. ¿Sabes? Te contradices mucho con lo de estar viva y extrañar tus alas.
Ángela lo fulminó con la mirada. La tormenta continuaba pero ella aún no dejaba que él volviera a casa, se sentía mejor con él ahí.
-Podemos hacer algo más productivo- ronroneó Darren.
-Claro ¿Qué?
<<.Niña ingenua- pensó al tiempo que sonreía- pero me gusta que sea tan inocente, me gustaría que volviéramos a retomar lo de antes.>>. Como quería volver a besarla.
Ángela se acomodó entre las sabanas y comenzó a cantar una nana.
-¿Qué es eso?
-¿Qué es qué?- preguntó sin cerrar los ojos.
-Esa canción.
-Es un secreto que algún día te revelare- le sonrió dulcemente.
-Preferiría que me lo digieras ahora.
Con un habíl movimiento no predicho por ella, se puso sobre ella con la separación impuesta por los brazos del demonio, algo que se podía arreglar enseguida según su punto de vista.
-Darren, te recomiendo que salgas.
-¿O sino qué?- le sonrió con picardía.
Ella forcejeó un momento y luego levantó con fuerza una de las piernas que habían estado atrapadas entre las piernas de Darren. Este, la sostuvo por un momento y, con suavidad, la depósito donde había estado antes.
-Práctica, te hace falta mucha práctica para vencer a un demonio.
-¿Vas a salir?
-No lo deseo- le sonrió mientras se acercaba- deseo muchas cosa, pero eso no. Perdóname por no complacerte.
La miró un instante, recorriendo cada centímetro de su anatomía percibidle. Comenzó a acercar su rostro al de ella, lentamente. Sus labios estaban por tocarse, nada impedía que Darren la besara, nada en le mundo le quitaría ese momento, su momento. Entonces sucedió, Ángela sintió como la respiración de Darren se deslizaba entre sus labios, llenándola de un calor que recorrió todo su cuerpo.
Entonces ello lo apartó.
-Me gustaría que esta vez me explicaras que fue eso.
Darren se dejó caer a su lado suspirando mientras ella se levantaba de la cama.
-Me encantaría, pero no tengo todas las respuestas- dijo mientras se levantaba y la dejaba atrapada entre sus brazos y la pared, sin escapatoria alguna.
Ángela contuvo la respiración.
-Pero me gustaría tenerlas para dártelas.
Tomó su rostro entre sus manos. <<.No, quizás hasta le doy asco, soy un simple demonio.>> pensó desanimado, mientras la soltaba. Se alejó hasta abrir la puerta que daba a la sala.
-¿Adónde vas?- preguntó triste antes de que él abandonara la habitación.
-No importa.
-¿Te vas a tu casa?
-Tal vez, no sé.
Le dolió ver como, después de que ella lo hubiera apartado, su personalidad dulce fue remplazada por una frialdad e indiferencia absoluta, como la de cualquier demonio común y corriente.

Ya eran las 5 de la mañana y la tormenta se había calmado, solo quedaba la lluvia. Darren observó su abrigo, pero lo dejo ahí pensando en que lo podría dejar como excusa para volver cuando quisiera. Comenzó a dirigirse a la puerta sin ánimos, afuera lo esperaba la soledad y la humedad. Vaciló antes de abrirla y salio al pasillo, cerrándola detrás suyo. Caminó unos pasos hasta que escucho la puerta volver a abrirse y vio a Ángela correr hasta donde estaba él.
-¿Te vas sin despedir?
-Esta vez no puedo poner la excusa “pensé que dormías”, ¿Cierto?- bromeo con una sonrisa irónica.
-No, está vez no- le sonrió- Pero aun en ese caso tendrías que despedirte.
-Si… eso pensé.
-Bueno, esto es un adiós- sonrío melancólica.
A lo largo de su vida mucha gente la había abandonado, desde su padre hasta… no quiso recordarlo. Una lágrima resbalo por su mejilla y Darren se acercó para secarla.
-¿Por qué lloras?- preguntó nervioso.
-No es porque te vas si es lo que piensas- se limpio la cara antes de que Darren se pudiera acercar más- para que me entendieras tendría que contarte mi historia.
Darren sonrío interiormente, estaba por saber la verdad sobre Ángela, sobre su vida y sobre sus temores tan extraños, bueno, temerle a los rayos no es un miedo irracional, pero sospechaba que no era por el simple echo de que fueran mortíferos o por cosas por el estilo.
-Y yo estaría feliz de oírla.
-¿No te ibas? Además, ¿Por qué te interesa tanto?
-Te propongo un trato.
-Depende del trato- lo miro curiosa.
-Te cuento mi historia y luego tú me cuentas la tuya- sonrío con picardía.
-¿Qué gano yo?
-¿Siempre ahí que ganar algo? ¿No puedes simplemente alegrarte porque un demonio te va a contar por que el es así?
-Soy exigente en eso- le sonrío- pero creo que puedo aceptar tu propuesta.
-¿En serio?
-Si, ¿porque no?
-Pues podríamos hablar en un lugar donde no nos crean locos- sonrío ante la idea de ir a un loquero.
-Podríamos ir a tu casa, ya que…
-¡No!- gruñó.
Ángela retrocedió asustada y se mordió el labio inferior ¿Había echo algo malo? Ella no lo creía, solo había dicho un par de palabras y había logrado que un demonio se enfadara con ella y le gritara. Eso si era injusto.
-No quise molestarte, lo siento- se alejó y abrió la puerta de su departamento.
Darren estuvo apuntó de asestarse un golpe a el rostro ¿Cómo había podido ser tan entupido? ¿Cómo había podido alejar a la persona que quería que estuviera a su lado? Debía ser algo genético o así debían ser los demonios. Le debía una explicación a Ángela.

2 comentarios:

Ana dijo...

ooooo madre mia me encanto y por fin se acerca la historia de como murieron espero que el proximo cap sea pronto me encanta la historia

ReginanigeR dijo...

¿creo que ya no hace falta que te diga cuanto me gusta la historia, no? ¿y mucho menos como me gusta darren?... Te lo digo igual, me encanta la historia!! Ahora marcha mejor, por supuesto, y Darren tambien... Espero el proximo con ansias... Saludos...